Hace unos días me compartieron un artículo, llamado “El psiquiatra desilusionado” escrito por Eve A Wood en Mad in America.
Este artículo me conmocionó por supuesto por ser psiquiatra, y porque quien lo estaba escribiendo era una psiquiatra, recordé a mis pacientes que todo el tiempo me preguntan si solo voy a mandarles pastillas o voy a drogarlos, recordé las anécdotas de personas que dicen haber acudido al psiquiatra y decir que este sólo les dio medicinas, las historias de médicos psiquiatras en Estados Unidos donde hablan de SI al fármaco y como existen las enfermeras psiquiatras que hacen un cuestionario al paciente para ir encaminando el diagnóstico, recordé las muchas páginas antipsiquiatria que he visto o leído.
Por toda esta maraña de ideas es que decidí escribir este artículo, quiero compartirles parte de mi historia que me llevó a ser psiquiatra y me ha tenido enamorada y con confianza en esta profesión, los psiquiatras como ya muchos saben somos médicos, pocos médicos piensan en ser psiquiatras al inicio de su carrera, yo misma pensé en muchas otras especialidades antes, pero fue en mi servicio social cuando decidí ser psiquiatra; hice el servicio social en un pequeño poblado del estado de Tabasco en México, lo más común era pensar en las infecciones, en las fracturas, todo eso que curaban los fármacos, pero de un momento a otro todo cambió, mi consulta mutó y lo importante no eran las pastillas que prescribiera sino la escucha a las personas de mi pueblo, la señora que le dolía la cabeza no era un paracetamol lo que necesitaba sino terminar con la angustia del alcoholismo de su esposo, los dolores de espalda no eran por lesiones físicas sino la tensión muscular secundaria a la ansiedad y la depresión de no poder cumplir sus sueños, las medicinas y las pastillas eran insuficientes. Eso me hizo decidir ser psiquiatra.
Hoy en mi práctica diaria me sigo convenciendo día a día que las pastillas no son suficientes, son mas bien insuficientes, ayudan en algunas personas pero esto no es siempre y mucho menos son mágicas. La escucha y la palabra son indispensables e imprescindibles, tampoco hay recetas de cocina, ni sustancias milagro, cada uno necesita buscar su verdad, su cese al dolor, una forma menos dolorosa o menos complicada de ver la vida, como psiquiatra estoy al lado pero no con la respuesta mágica sino con un escenario más estable, tranquilo para que esa mente, esas emociones que no encuentran una salida, puedan tener un mejor sabor de boca.
La psiquiatría no es mágica, pero tampoco es encadenadora o drogadora de personas y me es impensable sin una escucha, y sin el contacto humano, por lo tanto desde México quise compartirles esta otra visión de una psiquiatra que está convencida de la individualidad de cada ser humano para poder salir adelante y que la psiquiatría es una herramienta más para poder ayudar a quien lo necesita.
@fannypsiquiatra